La clave es ser consciente de que es posible. Saber que
otros en situaciones parecidas lo hicieron. El fin: desmitificar la tesis. A mí,
me vale.
Por ejemplo, extracto de un post de José Fariña Tojo:
“El trabajador de una tesis doctoral no es un miembro de un equipo de investigadores que lleva a cabo una labor coordinada con otros que se apoyan y animan entre sí. Es un trabajador solitario. Que no puede preguntar sus dudas a casi nadie. Que tiene que ir rogando por ahí que le den, por favor, la información que necesita. Que no puede contratar a una consultora para que le haga la encuesta que necesita y tiene que aprender a hacérsela él (y luego hacerla materialmente). Que, además tiene que ganarse la vida porque las escasas becas que hay son, en la mayor parte de los casos, tan ridículas que no llegan ni para el almuerzo diario.
Bueno, a pesar de todo esto seguro que la terminas. Tengo unos cuantos ejemplos de bichos raros como los que he descrito en el párrafo anterior que ya son doctores. Lo juro.”
