[...] Tuvo que admitir que se desorientaba en el laberinto. Justo cuando pensaba que había encontrado la dirección correcta, se perdía en los pasillos. Era como si diera dos pasos adelante y uno atrás. Con el paso del tiempo, empezó a preguntarse si la esperanza de encontrar queso nuevo era realista.Cada vez que empezaba a desalentarse, se recordaba a sí mismo que lo que estaba haciendo, por incómodo que le resultase en aquel momento, era mucho mejor que quedarse de brazos cruzados sin queso. Luego recordó que si Oli y Corri eran capaces de aventurarse, él también lo era.
Más tarde, Kof reconstruyó los hechos y llegó a la conclusión de que el queso de la Central Quesera Q no había desaparecido de la noche a la mañana, como había creído al principio. Tal vez el queso había empezado a enmohecerse y él no lo había notado. Tuvo que admitir, sin embargo, que si hubiera querido se habría percatado de lo que estaba ocurriendo. Pero no lo había hecho. En aquel momento comprendió que el cambio no lo habría pillado por sorpresa si se hubiera fijado en que este iba produciendo gradualmente y lo hubiese previsto. Quizás era eso lo que Oli y Corri habían hecho. Se detuvo a descansar, y escribió en la pared del laberinto:
Huele el queso a menudo
para saber cuándo empieza a enmohecerse
(¿Quién se ha llevado mi queso?, Spencer Johnson, Ed.Empresa Activa)
¿cómo termina?
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